Friday, November 23, 2018

Parte V (Epílogo)


            De regreso a la Unión Soviética, los oficiales recibieron duros regaños de sus superiores.
            —Es verdaderamente triste ver a oficiales tan elevados convertidos en cobardes —Decían.
            —Hubiera sido mejor si hubieran muerto en su submarino —Les dijo una vez un almirante.
            Cada comentario así le molestaba a Arkhipov más y más. Sentía como si verdaderamente no apreciaran lo que él había hecho no solo por la Unión Soviética pero también por todo el mundo.
            Uno de los más bajos momentos de Arkhipov fue la visita que recibió del secretario de seguridad soviético, Andrei Grechko. Grechko citó a los tres oficiales, comenzando el encuentro mostrándoles sus lentes rotos,
            —¿Ven esto? —Les preguntó —, Esto es lo que le hice a mis lentes después de escuchar lo que hicieron. Estoy furioso, son ustedes verdaderamente un punto bajo en la historia de Rusia...




            Arkhipov murió de cáncer de riñón gracias a toda la radiación a la que estuvo expuesto durante su tiempo como oficial soviético.

            Sus esfuerzos no serían reconocidos hasta cuatro años después de su muerte, cuando el secretario de defensa de los  Estados Unidos, Robert McNamera, dijo que fue este momento en el que Vasili Arkhipov decidió no lanzar un torpedo nuclear a la costa de Estados Unidos uno de los más peligrosos no solo de la Guerra Fría, sino de la historia de la humanidad.

            En el 2017, recibió de manera póstuma el “Reconocimiento de Futuro de Vida.” Éste, dado por la “Asociación de Futuro de Vida” por sus acciones en el submarino, las cuales ayudaron a la humanidad aún cuando Arkhipov no recibiría nada por haberlas hecho.

            Dada la actitud humilde de Arkhipov, es improbable que haya pensado  de él mismo como un gran héroe y en vez se considero solo alguien más que tomaba sus decisiones con los intereses de toda la humanidad en mente. Es justo probablemente por esto que él no se considera “el hombre que salvó al mundo,” aunque nosotros sepamos que sea cierto.


La hija y el nieto de Arkhipov sosteniendo el "Reconocimiento de Futuro de Vida," de futureoflife.org

Parte IV

Los estruendos que para los oficiales soviéticos causaban tantos problemas, eran música para los oídos de Miles.  Vio su reloj, ya era hora de que el submarino suba a la superficie, o de que toda su tripulación termine ahogada. Estaba un miembro de su tripulación a su lado, visiblemente nervioso.
            —¿Aún crees que van a salir? —Le preguntó.
            Miles volteó a su reloj una vez más—, Sí, no solo eso, pero estarán fuera poco después de que termine de pronunciar ésta oración. —Y, efectivamente, el submarino surgió, pero no como Miles lo esperaba.
            El submarino estaba lejos, navegando en dirección hacía Rusia. Estaban escapando.
            —¡Sigan a ese submarino! —Gritó Miles—, ¿Dónde está el capitán?
            El capitán, que Miles buscaba con tanta prisa, se encontraba discutiendo con la mano derecha de Miles, Robert Bucker.
            —¿Y entonces quieres acabarte todas nuestras bombas para atrapar un submarino? —Le dijo el capitán—, ¿Sabes el porcentaje de ellas que ya hemos usado?
            Bucker se quedo callado, ya que veía el submarino en cuestión a lo lejos, ya demasiado tarde para ser capturado. El capitán no tardó mucho en darse cuenta de se vista perdida en el horizonte, y cuando se dio cuenta de lo que pasaba, solo pudo decir una cosa: —Increíble.

            En el submarino soviético, los oficiales se encontraban con baja moral, habían escapado de una misión importante, y era seguro que serían reprimidos por los oficiales de mayor rango. La único que consolaría a Arkhipov sería prender la radio y recibir señales de que la guerra aún no había comenzado. De no ser así, él estaba seguro de que Maslennikov le haría cosas en las que no quería pensar por el momento.
            Fue con Savitsky, y le pidió prender el radio. Ambos sentados, escucharon que efectivamente no señales de guerra. Se quedaron escuchando hasta que la señal fue demasiado débil para ser recibida. Después, solo se sentaron ahí en silencio. Savitsky fue el primero en romperlo: —Tenías razón… Debimos haberte escuchado.
            —Era simplemente de pensar en las posibilidades—, le contestó Arkhipov.
            —No pensábamos con claridad. Nos pudo haber costado nuestra tierra madre.
            Los oficiales no lo sabían aún, pero había una razón por la que no pensaban con claridad. En el submarino una fuga de monóxido de carbono estaba presente, provocándoles falta de claridad mental. Esta pequeña fuga pudo haber causado una guerra nuclear tan enorme que hubiera acabado con el mundo, y si no hubiera sido por Vasili Arkhipov, probablemente hubiera pasado.

Un torpedo nuclear, de globalsecurity.org

Wednesday, November 21, 2018

Parte III


—Es simple —Dijo Savitsky,— Los americanos nos están bombardeando, devolvámosles el favor.
            —Escucha, Savitsky —Le replicó Arkhipov— No sabemos si en verdad la guerra ya comenzó.
            —Sé que amas el sonido de tu voz, Arkhipov, pero mantente callado por un segundo.
            A pesar del insulto, Arkhipov le hizo caso al capitán. Los tres oficiales escucharon los impactos de las bombas alrededor de ellos, boom tras boom.
            —¿No te parece esa prueba suficiente? —Le preguntó Savitsky.
            —Piensa por un segundo, Savitsky, ¿Qué si estás mal? —Le propuso Arkhipov— Piensa en las consecuencias.

            Arkhipov sabía muy bien lo que podía pasar si atacaban a los Estados Unidos con un torpedo nuclear: tomarían represalias. Por suerte, algo del protocolo que Arkhipov también sabía bien era que los tres oficiales presentes debían, por unanimidad, decidir lanzar el torpedo antes de hacerlo.
            —¿Qué pretendes que hagamos entonces? —Gritó Savitsky— ¿Quieres que escapemos como ratas? Tú sabes muy bien que con sus ataques no aguantaremos tanto tiempo bajo el agua.
            —Me parece la mejor opción, sí. —Respondió Arkhipov.
            Maslennikov, que había estado callado por toda la discusión, en ese momento, cerro sus ojos, dio un respiro, cerro el puño y golpeó a Arkhipov en la cara. Arkhipov perdió el equilibrio y cayó al piso. Los booms del bombardeo seguían siendo escuchados, pero por un segundo no parecieron tan importantes
            —Escúchame bien, —Vociferó Maslennikov—, no voy a regresar a Madre Rusia como un cobarde. Si este submarino cae, nosotros caemos con él.
            Arkhipov se paró y ajusto su uniforme. —No—, dijo firmemente, y lo agarró del cuello, —No me vas a llamar cobarde por pensar antes de tomar decisiones. ¿Qué crees que le pasara a nuestra querida Rusia si atacamos, eh? Si los Estados Unidos deciden atacarnos de regreso es posible que no haya una bella Rusia a la cual regresar.
            —Es triste que tengas tan poca confianza en tu tierra madre… —Fue lo único que dijo antes de irse.

            Arkhipov se quedo solo con Savitsky, quien lo volteó a ver antes de decir: —Debe de ser unánime la decisión.
            —Y no romperemos protocolo —Terminó Arkhipov.
            Savitsky se dirigió hacia la puerta, pero antes de abrirla suspiró y dijo: —Y no aguantaremos más bajo el agua, esto significa que debemos escapar.


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Vasili Arkhipov, de theguardian.com

Wednesday, November 14, 2018

Parte II


            Arkhipov corrió a la sala de control, Maslennikov lo seguía. Abrió la puerta y encontró a Savitsky en el receptor de señales de radio.
            —Arkhipov… Maslennikov—, susurró —No estamos recibiendo transmisiones.
            La tripulación recibía transmisiones Americanas para saber el estado de las dos naciones, pero habían pasado dos días durante los cuales estaban a gran profundidad, impidiéndoles su recepción.
            Le tomó a Arkhipov unos segundos darse cuenta de las ramificaciones de este problema. Pero cuando se dio cuenta, dijo: —No sabemos si la guerra ya se desató.
            —No, no lo sabemos. Pero, ¿Recuerdas el protocolo, Arkhipov?— Dijo Savitsky — No podemos dejar ser capturados. Si estamos recibiendo ataques lo más probable es que la guerra haya ya empezado…
            —Y si la guerra empezó—, Maslennikov se unió a la conversación —Saben lo que hay que hacer —. Apuntó a un botón  que Arkhipov esperaba no se usaría jamás en su misión. Debajo de él estaba inscrito: Lanzamiento de torpedo nuclear.

            Era el 27 de Octubre de 1962, y el oficial de armas Andrew Miles llevaba días sobre el mar. La vista no era verdaderamente bonita, pero Miles sabía lo que tenía que hacer para limpiar al mundo de los comunistas. Fue hace poco que su nave, de clase ‘Destroyer,’ había encontrado un submarino bajo el mar. Estaba bastante profundo, pero Miles sabía que tendría que emerger tarde o temprano.  Para facilitar este proceso, estaba utilizando explosivos especialmente diseñados para forzar submarinos a la superficie.

            Miles no podía esperar para capturar el submarino, para poner sus manos sobre esos sucios comunistas. Llevaba tiempo cerca de la costa de Cuba bloqueando cualquier ayuda que los Soviéticos intentaran de darle a sus aliados, y francamente cada día eran un fastidio más grande. Un miembro de la tripulación a su cargo se acerco a él.
            —Señor, nos estamos deshaciendo de nuestros explosivos demasiado rápido, y estos Soviéticos no suben a la superficie.
            —Son como cucarachas—, le contestó —Vamos a seguir con estas tácticas un poco más. Los comunistas acorralados no resisten por mucho tiempo.
            —Sí señor —, lo saludó con la mano en la cabeza y se fue a ejecutar sus ordenes.
            Pronto surgirían, Miles lo sabía. Era cuestión de esperar antes de capturar.


Destroyer Americano, de www.navy.mil

Thursday, November 8, 2018

Parte I


Era el 27 de Octubre de 1962, y Vasili Arkhipov llevaba días bajo el mar. Despertó como siempre, temprano, a las 5 de la mañana. Siguió su rutina matutina como solía hacerlo. Se lavó los dientes y se puso su uniforme, asegurándose que estuviera dentro de protocolo. Salió de su camarote para desayunar en el área común del submarino.

El submarino en el que estaba era de clase ‘foxtrot,’ específicamente la unidad Soviética B-59. Como comandante de la flotilla Soviética encargada de Cuba, Arkhipov estaba muy orgulloso de su trabajo. El sentimiento de ser uno de los actores principales de la historia de su querida Rusia era uno que tenía todos los días al despertarse.

Llegando al área común, se encontró con el capitán del submarino, el Capitán Savitsky. Era alto, aun más que Arkhipov. Esto, en conjunto con su temperamento, asustaba a los reclutas a su cargo.
—Buenos días, capitán— Lo saludó Arkhipov.
—Buen día, comandante— Le dijo Savitsky—. Debo decirte, Arkhipov, hoy me siento algo nervioso. He escuchado que los americanos ya han capturado dos de nuestros submarinos… Es verdaderamente alarmante.
—Entiendo lo que dices, pero estoy seguro de que estamos perfectamente protegidos a la distancia que estamos bajo el agua.
—Espero que tengas razón. Pero, solo quisiera saber, si estuviéramos en peligro de ser capturados, ¿Qué haríamos?
—Pues es fácil, Savitsky, el protocolo nos obligaría a escapar, jamás poniendo en peligro a Madre Rusia.
—¿Y si sí fuéramos capturados?
—Morir antes de revelar.
Después de su corta discusión, ambos comieron en silencio hasta que Savitsky se levantó para comenzar a navegar.

            Poco después, Arkhipov decidió ir con el Oficial Político encargado de el submarino, Ivan Semnovich Maslennikov. Eran ellos tres, Arkhipov, Maslennikov y Savitsky, los más altos rangos en el submarino. Arkhipov tenía que ver, como siempre, que  Maslennikov esté administrando a la tripulación de acuerdo a protocolo. Llegó a la sala donde Maslennikov reunía a la tripulación en la mañana. La sala estaba vacía salvo por ellos dos.
            —Buenos días, oficial.— Le dijo.
            —Buenos días, comandante — Le respondió.
            Después de su intercambio de saludos, se sentó en silencio a esperar a la tripulación. No se llevaban muy bien, sus pláticas se limitaban a asuntos oficiales.
            Fue después de corto tiempo de esperar cuando escucharon un estruendo. El corazón de Arkhipov paró.
            Pasaron unos segundos, y otra vez, escucharon una explosión.
            Eran los Americanos. Arkhipov recordó el protocolo.
            —Vamos, Maslennikov —Le gritó—. Hacía el centro de control, estamos bajo  ataque.ataque.


Submarino soviético B-59, www.nuestromar.org