Friday, November 23, 2018

Parte IV

Los estruendos que para los oficiales soviéticos causaban tantos problemas, eran música para los oídos de Miles.  Vio su reloj, ya era hora de que el submarino suba a la superficie, o de que toda su tripulación termine ahogada. Estaba un miembro de su tripulación a su lado, visiblemente nervioso.
            —¿Aún crees que van a salir? —Le preguntó.
            Miles volteó a su reloj una vez más—, Sí, no solo eso, pero estarán fuera poco después de que termine de pronunciar ésta oración. —Y, efectivamente, el submarino surgió, pero no como Miles lo esperaba.
            El submarino estaba lejos, navegando en dirección hacía Rusia. Estaban escapando.
            —¡Sigan a ese submarino! —Gritó Miles—, ¿Dónde está el capitán?
            El capitán, que Miles buscaba con tanta prisa, se encontraba discutiendo con la mano derecha de Miles, Robert Bucker.
            —¿Y entonces quieres acabarte todas nuestras bombas para atrapar un submarino? —Le dijo el capitán—, ¿Sabes el porcentaje de ellas que ya hemos usado?
            Bucker se quedo callado, ya que veía el submarino en cuestión a lo lejos, ya demasiado tarde para ser capturado. El capitán no tardó mucho en darse cuenta de se vista perdida en el horizonte, y cuando se dio cuenta de lo que pasaba, solo pudo decir una cosa: —Increíble.

            En el submarino soviético, los oficiales se encontraban con baja moral, habían escapado de una misión importante, y era seguro que serían reprimidos por los oficiales de mayor rango. La único que consolaría a Arkhipov sería prender la radio y recibir señales de que la guerra aún no había comenzado. De no ser así, él estaba seguro de que Maslennikov le haría cosas en las que no quería pensar por el momento.
            Fue con Savitsky, y le pidió prender el radio. Ambos sentados, escucharon que efectivamente no señales de guerra. Se quedaron escuchando hasta que la señal fue demasiado débil para ser recibida. Después, solo se sentaron ahí en silencio. Savitsky fue el primero en romperlo: —Tenías razón… Debimos haberte escuchado.
            —Era simplemente de pensar en las posibilidades—, le contestó Arkhipov.
            —No pensábamos con claridad. Nos pudo haber costado nuestra tierra madre.
            Los oficiales no lo sabían aún, pero había una razón por la que no pensaban con claridad. En el submarino una fuga de monóxido de carbono estaba presente, provocándoles falta de claridad mental. Esta pequeña fuga pudo haber causado una guerra nuclear tan enorme que hubiera acabado con el mundo, y si no hubiera sido por Vasili Arkhipov, probablemente hubiera pasado.

Un torpedo nuclear, de globalsecurity.org

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