Era el 27 de Octubre de 1962, y Vasili
Arkhipov llevaba días bajo el mar. Despertó como siempre, temprano, a las 5 de
la mañana. Siguió su rutina matutina como solía hacerlo. Se lavó los dientes y
se puso su uniforme, asegurándose que estuviera dentro de protocolo. Salió de su
camarote para desayunar en el área común del submarino.
El submarino en el que estaba era de
clase ‘foxtrot,’ específicamente la unidad Soviética B-59. Como comandante de
la flotilla Soviética encargada de Cuba, Arkhipov estaba muy orgulloso de su
trabajo. El sentimiento de ser uno de los actores principales de la historia de
su querida Rusia era uno que tenía todos los días al despertarse.
Llegando al área común, se encontró con
el capitán del submarino, el Capitán Savitsky. Era alto, aun más que Arkhipov.
Esto, en conjunto con su temperamento, asustaba a los reclutas a su cargo.
—Buenos días, capitán— Lo saludó
Arkhipov.
—Buen día, comandante— Le dijo Savitsky—.
Debo decirte, Arkhipov, hoy me siento algo nervioso. He escuchado que los
americanos ya han capturado dos de nuestros submarinos… Es verdaderamente
alarmante.
—Entiendo lo que dices, pero estoy
seguro de que estamos perfectamente protegidos a la distancia que estamos bajo
el agua.
—Espero que tengas razón. Pero, solo
quisiera saber, si estuviéramos en peligro de ser capturados, ¿Qué haríamos?
—Pues es fácil, Savitsky, el protocolo
nos obligaría a escapar, jamás poniendo en peligro a Madre Rusia.
—¿Y si sí fuéramos capturados?
—Morir antes de revelar.
Después de su corta discusión, ambos
comieron en silencio hasta que Savitsky se levantó para comenzar a navegar.
Poco
después, Arkhipov decidió ir con el Oficial Político encargado de el submarino, Ivan Semnovich Maslennikov. Eran ellos tres, Arkhipov, Maslennikov y Savitsky,
los más altos rangos en el submarino. Arkhipov tenía que ver, como siempre, que Maslennikov esté administrando a la tripulación de acuerdo a protocolo. Llegó a la sala donde
Maslennikov reunía a la tripulación en la mañana. La sala estaba vacía salvo
por ellos dos.
—Buenos
días, oficial.— Le dijo.
—Buenos
días, comandante — Le respondió.
Después
de su intercambio de saludos, se sentó en silencio a esperar a la tripulación.
No se llevaban muy bien, sus pláticas se limitaban a asuntos oficiales.
Fue
después de corto tiempo de esperar cuando escucharon un estruendo. El corazón de Arkhipov paró.
Pasaron
unos segundos, y otra vez, escucharon una explosión.
Eran
los Americanos. Arkhipov recordó el protocolo.
—Vamos,
Maslennikov —Le gritó—. Hacía el centro de control, estamos bajo ataque.ataque.
Submarino soviético B-59, www.nuestromar.org
No comments:
Post a Comment