Arkhipov corrió a la sala de
control, Maslennikov lo seguía. Abrió la puerta y encontró a Savitsky en el
receptor de señales de radio.
—Arkhipov…
Maslennikov—, susurró —No estamos recibiendo transmisiones.
La
tripulación recibía transmisiones Americanas para saber el
estado de las dos naciones, pero habían pasado dos días durante los cuales
estaban a gran profundidad, impidiéndoles su recepción.
Le
tomó a Arkhipov unos segundos darse cuenta de las ramificaciones de este
problema. Pero cuando se dio cuenta, dijo: —No sabemos si la guerra ya se
desató.
—No,
no lo sabemos. Pero, ¿Recuerdas el protocolo, Arkhipov?— Dijo Savitsky — No
podemos dejar ser capturados. Si estamos recibiendo ataques lo más probable es que
la guerra haya ya empezado…
—Y
si la guerra empezó—, Maslennikov se unió a la conversación —Saben lo que hay
que hacer —. Apuntó a un botón que
Arkhipov esperaba no se usaría jamás en su misión. Debajo de él estaba
inscrito: Lanzamiento de torpedo nuclear.
Era
el 27 de Octubre de 1962, y el oficial de armas Andrew Miles llevaba días sobre
el mar. La vista no era verdaderamente bonita, pero Miles sabía lo que tenía
que hacer para limpiar al mundo de los comunistas. Fue hace poco que su nave,
de clase ‘Destroyer,’ había encontrado un submarino bajo el mar. Estaba
bastante profundo, pero Miles sabía que tendría que emerger tarde o
temprano. Para facilitar este proceso,
estaba utilizando explosivos especialmente diseñados para forzar submarinos a
la superficie.
Miles
no podía esperar para capturar el submarino, para poner sus manos sobre esos
sucios comunistas. Llevaba tiempo cerca de la costa de Cuba bloqueando
cualquier ayuda que los Soviéticos intentaran de darle a sus aliados, y
francamente cada día eran un fastidio más grande. Un
miembro de la tripulación a su cargo se acerco a él.
—Señor,
nos estamos deshaciendo de nuestros explosivos demasiado rápido, y estos Soviéticos
no suben a la superficie.
—Son
como cucarachas—, le contestó —Vamos a seguir con estas tácticas un poco más.
Los comunistas acorralados no resisten por mucho tiempo.
—Sí
señor —, lo saludó con la mano en la cabeza y se fue a ejecutar sus ordenes.
Pronto
surgirían, Miles lo sabía. Era cuestión de esperar antes de capturar.
Destroyer Americano, de www.navy.mil
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